Unos dicen que me queda bien, otros que ya es hora. Lo cierto es que tengo un trauma con los cortes de cabello desde pequeños.
En este estado de pre madurez les voy a confesar porqué temo a que le echen tijera a mi cabellera. En la infancia mis papás me llevaban junto a Jesús, mi hermano, hasta la peluquería Pibelandia en la calle Maneiro de Puerto La Cruz.
Aquellos lagrimones que soltaba cuando me sentaban en la silla en forma de caballo y de color rojo - claro tamaño de jinete tenía... bueno tengo - crecían como comiquita china cuando veía acercarse a las peluqueras con cabellos abultados, de moda a principios de los 90's.
Ellas con sus frías manos de aire acondicionado y con pelos en ellas, comenzaban jugar con mi cabeza, de allá para acá, sin tener el más mínimo cuidado por mi cervical. La rabia o impotencia se acrecentaba cuando yo seguía llorando, y mis padres veían, opinando de vez en cuando cómo debería quedar el corte.
Ahí seguía yo con una bata roja donde caía un poco de pelo, porque la mayoría entraba por debajo de la camisa.
La cumbre del momento era cuando veía acercar la hojilla blanca para terminar de sacar el corte de cabello. Me movía para todos lados, y siempre terminaba cortado. Sólo anhelaba la sensación del talco Menen sobre la piel que calmaba mi dolor.
Cuando pensaba que todo estaba listo, me quitaban la batola y era cuando me percataba que el cepillo de cerdas largas lo que hacía regarme los menudos pelos con rigurosidad, en lugar de quitarlos.
Después de los ojos rojos, y de escuchar la salsa fastidiosa de peluquería sintonizada en Bahía AM, recibía una chupeta redonda envuelta en papel transparente y con relieve, simulando una raqueta de tenis. !Qué rica¡
He ahí el trauma por cortarme el pelo, y me acordé hoy lunes cuando vi a mi primito en unas fotos que le realizó su madre para una exposición, y que se publicaron en el cuerpo Escenas de El Nacional.
Por favor, no me reclamen cuando no me corto el pelo o no me afeito. Me aterran las hojillas y las tijeras en manos "quitacervicales"
En este estado de pre madurez les voy a confesar porqué temo a que le echen tijera a mi cabellera. En la infancia mis papás me llevaban junto a Jesús, mi hermano, hasta la peluquería Pibelandia en la calle Maneiro de Puerto La Cruz.
Aquellos lagrimones que soltaba cuando me sentaban en la silla en forma de caballo y de color rojo - claro tamaño de jinete tenía... bueno tengo - crecían como comiquita china cuando veía acercarse a las peluqueras con cabellos abultados, de moda a principios de los 90's.
Ellas con sus frías manos de aire acondicionado y con pelos en ellas, comenzaban jugar con mi cabeza, de allá para acá, sin tener el más mínimo cuidado por mi cervical. La rabia o impotencia se acrecentaba cuando yo seguía llorando, y mis padres veían, opinando de vez en cuando cómo debería quedar el corte.

Ahí seguía yo con una bata roja donde caía un poco de pelo, porque la mayoría entraba por debajo de la camisa.
La cumbre del momento era cuando veía acercar la hojilla blanca para terminar de sacar el corte de cabello. Me movía para todos lados, y siempre terminaba cortado. Sólo anhelaba la sensación del talco Menen sobre la piel que calmaba mi dolor.
Cuando pensaba que todo estaba listo, me quitaban la batola y era cuando me percataba que el cepillo de cerdas largas lo que hacía regarme los menudos pelos con rigurosidad, en lugar de quitarlos.
Después de los ojos rojos, y de escuchar la salsa fastidiosa de peluquería sintonizada en Bahía AM, recibía una chupeta redonda envuelta en papel transparente y con relieve, simulando una raqueta de tenis. !Qué rica¡
He ahí el trauma por cortarme el pelo, y me acordé hoy lunes cuando vi a mi primito en unas fotos que le realizó su madre para una exposición, y que se publicaron en el cuerpo Escenas de El Nacional.
Por favor, no me reclamen cuando no me corto el pelo o no me afeito. Me aterran las hojillas y las tijeras en manos "quitacervicales"
4 comentarios:
Jajajaja a mi a veces me asustan los cortes de cabello, pero por lo mal que pueden dejar... Jejejej Saludos!
No te cortes el cabello... Sé feliz.Hey pero afeítate ahijado,ya es hora, jajajaja. Un abrazo. Padrino.
Te confieso que mi trauma es igual... jejeje que locura... Pero agrégale una silla en forma de caballo con las orejas rotas y sin un ojo... Horribleee... Poco a poco se supera...Intenta hacerlo´tú mismo jaja mnetira saludos y abrazos colega
esa peluquería tenía un cuadro de un payasooo muy horrible>????? creo que a mi también me cortaban el pelo ahi.... jajajajaja
saludos
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