En estos últimos días decidí ser el Doctor X de Venezuela. Comenzaré una constelación de súperheroes. Y es que en menos de un mes, me informaron del nacimiento de cinco pequeños. Los llamaré, Los Invencibles.
El primero de la lista fue el hijo de mi hermano Marcos. A él le otorgaré el don de la paciencia. Pachencho, tendrá la dicha de escuchar y resolver exactamente lo que se requiere.
Carlos Andrés no se quedó atrás. Un nené llegó a su vida. A ese nuevo ser le regalaré el don de la verdad. Verdades, tendrá la posibilidad de responder los problemas de la vida, y planificar en torno a la realidad, cualquier propósito.
Omar también puso en este mundo a un pequeñín, a quien le daré en esta historia el don de la fuerza. Fortachón, podrá mover con la mente los obstáculos que se presentan, y dará agilidad a la física del mundo.
Mi prima Lourdes nos sorprendió con un muchachote. A él lo dotaré con la comunicación. Parlanchín, nos relatará en tiempo presente, lo que el futuro nos traerá. Sus palabras hablarán con exactitud, y dependerá de él, el destino de las situaciones.
Henrito, de sangre Astudillo, nos presentó otro varón. Por ser el último, le regalo el poder de la inteligencia. Genión, tendrá razón lógica de extrema prontitud, y conducirá el motor de la paciencia, la verdad, la fuerza y la comunicación. Pero dependerá de esos otros dones, para poder accionar.
Los Invencibles nos traerán la sociedad que queremos, y es a través de ellos, que conseguiremos la paz que siempre soñamos. Qué fino sería un presidente Invencible, un gabinete Invencible, un gobernador Invencible, un alcalde o concejal Invencible. Yo creo en ustedes, y en los que están y vienen en camino. No le digan a nadie, pero yo también tengo dones; creo y sueño. Pero me dicen el Enano.
Dios Bendiga a los Invencibles
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