sábado, 16 de febrero de 2008

Adiós porque seremos vecinos... Parte I


Yermana no había ido, y yo llegué un poco tarde. En la oficina estaba la señora Yadelcy y la negra Yrama en su puesto de siempre. Jenni quería hablar conmigo y la Mirelita me buscaba para abrazarme. La señorita Reina desde su oficina hablaba con la señora Neudys, quien organizaba la llegada de los muchachos en la tarde.

Roberth terminó por irse y Hermano, Eder y Peter esperaban por Nino para poder partir a las pautas. Era un día normal para ellos, y para mí el último en una casa que llaman El Nuevo Día. El día transcurrió normal para quienes esperaban comenzar el fin de semana, pero yo quería que fueran las horas más largas de mi vida, y observar cada rincón de aquellas paredes que me cobijaron en mi inocencia, en mi timidez y en la suspicacia de un enano que quería comerse el mundo.

Cada línea que llenaba en las páginas eran dedicadas a todas aquellas personas que me pasaban por la mente. Algunas se conectaban, y aprovechaba para agradecerles. Mi China, mi Madre, mi Negra, mi Mejor Imposible, mi Flaca, entre otras personas que me ayudaron a ser quien soy.

Mi compadre, hermano y tocayo Ingemar Leonardo González me llamó para hacer los pases. Jajajaja mis pases. Cuánto salvaron a la hora de pasar datos. Despedí mi contacto telefónico con el mejor compañero de trabajo que he tenido, comprometiéndome a continuar con una excelente camaradería.

Nadie me decía nada. Todos se hacían los locos, hasta que llegó er Man. Kike levantó sus cejas y dijo, lee bien la última nota que escribes. Llegó el final de la tarde y los veía de acá y de allá. Mi pecosita fue por mi, y ya la botella que me regaló Ysrael estaba enfriándose, la señora Yadelcy no quiso estar y Rovitza se tuvo que ir. Estaban ahí para mí, entre comidas y bebidas que organizó la negra de sonrisa más bella de ese diario.

El Kike me hizo llorar y la Rol se quedó con la ganas de darse los besos conmigo. La Yiya me quería botar desde temprano, pero no le di el gusto y la Negra me las recostó para despedirse de mí. Era hora de irme con mi refresco de uva en la mano, no sin antes realizar la foto que cierra una historia muy especial.

En fin, me fui dejando lo mejor de mí, y aunque hubo una Pepita de Los Palotes en el camino, pudimos hablar, abrazarnos, reunirnos y echarnos broma. Conocí a muchas personas; gomositos, chiripas de lavardora, hermanos, compadres, perras, tetanas, misses, robertas, peter cachapas, negras por montón, piazos de de viejos, jefas, man y hasta a alguien que llaman Corina.

Muchachos espérenme, ustedes me enseñaron más que un salón de la Universidad

domingo, 10 de febrero de 2008

Hasta siempre hermano silente

Yo nunca imaginé escribir el suceso de un amigo, y en mi rebeldía con la vida, no lo hice. Me niego a irrespetar el vínculo de relación única que existe entre los humanos, es por eso que recordé los bueno y especial de Mi Pana Joan


Ayer se fue un pana periodista, Joan (Diario El Nuevo Día 10 - 02 - 08)


Unas placas, un modelo de carro y su color no importan, cuando en el mundo se llora la partida de un excelente ser humano.

Joan ayer salió para encontrarse con Dios, en medio de la tristeza de quienes lo queríamos acá. Con nosotros, y no importa si las leyes del periodismo no permiten la primera persona, siempre estuvo el amigo incondicional que escuchaba pausadamente así como su actitud ante la vida.

Este muchacho cobija en los corazones de cada uno de sus compañeros de trabajo en Nueva Prensa de Oriente y de sus colegas de calle de todos los medios de comunicación, quienes aprendieron de su sentido único de entender las cosas y su inocente verdad de la vida.

No pienses Joan, que seguramente editas ésta y otras notas desde la biblioteca del cielo, que te olvidaremos tan fácil, pues eres reflejo de profesionalismo, y ejemplo de hombre en el mundo terrenal.

Adiós está demás, hasta siempre es lo correcto. Ahora cuando más te necesitamos partes para cobijarte con la virgencita y su hijo, y ya te vemos paseando orondo de la mano de Luisa, consumiendo todo el conocimiento que aún nos faltó por conocer.

Son muchas otras cosas que se pudieran decir de este periodista que dejó una gran estela de dolor a su partida. Chao compañero, recuerda que tu silencio perfecto siempre enseñó.