sábado, 11 de septiembre de 2010

Moi enseñó los dientes



La mamá de Moisés lo llama a cada rato. Parece tener pilas Energizer, por eso de que duran y duran. Sus vidas transcurren entre medicinas: de 7 de la mañana a 7 de la noche.
Moi, como fue presentado, se aferra a su hermano: un silente compañero que le tocó ser guardián de los pasos del pequeño.
Su mamá dice que es terrible, que tiene mucha hiperactividad y que al final del día termina cansada. Pero esa madre no deja de sonreir y está orgullosa de los dientes que ya tiene Moi.
"Los dientes Moi. Muestra los dientes Moi".
Le gustan las cámaras y le molesta que lo carguen, por eso recorrió de punta a punta la Casa Hogar Sonrisa en la isla Teléforo en Guanta. Sin zapatos, el pequeño.
Este sábado, su mamá tuvo ayuda. Ella se entretuvo coloreando, quizá pensando un poco en el futuro de sus chamos.
Comió sola, como no lo había hecho en algún tiempo. A Moi le aplicaron la del avioncito; una que llaman Doryel. Manejó, se cayó y hasta se metió en la piñata. Aunque hay que decir que no le gustó. Lo cargaron, no lo entienden.
Moi dijo "hola" a sus casi tres años con tan solo tocarle la ventana. "Chocó esos cinco" y le lanzó un súper beso a Carmencita, a quien miró toda la mañana. Consiguió una amiga llamada Donelys y no dejó que un par de payasitas le hicieran un dibujo en su cara.
Con Moi, llegaron casi de 20 niños más. Corrían por todos lados. Un carrito fue el motivo de pelea de Adrián y Carlos, y el Cuenta Cuentos malvado hizo molestar a Scarlet, una muy cercana amiga de Karlita.
Ramón encarnó una dura pelea con Jeferson, pero al final quedó vencido por la banda del fiel Daniel. Amelia quiso ser la protagonista del cuento y pensó que podía ocupar el puesto de la reina, a lo que Doryel y Vanessa saltaron para recordar algo sobre unas caducas coronas.
Ña Carmen y la Nena se la comieron. Perdón... nos la comimos, es decir, la comida que prepararon con una perfecta dedicación. Leyda lo certifica.
Esa casa es como mágica. Todo aparece y lo que tiende a estar malo, se arregla. Nada pareciera dañarse y hay recuerdos infantiles de quienes ya no están, que hoy sirven de distracción.
Es que abundan las ganas de muchos para que algunos superen una enfermedad que afecta a todos. Este lugar pudiera ser como el país: juntos trabajan a gusto para una recompensa inmensa: un sonrisa de un niño.
Bienvenidos!!!

viernes, 25 de diciembre de 2009

YO QUIERO UN FLIPPER

El recordar mi infancia me hace sentir bien, pero esta vez pretendo tomar un pensamiento ajeno, y echarles un cuentico.



Hoy presentamos:
“Yo quiero un Flipper”


Comenzaba la década de los 90, y la niñez nos cobijaba. Éramos nosotros otra vez; José Antonio, Jesús y el aún benjamín, Andrés.

Mao, Mao; el Pata Pata y hasta la Chica Ye Yé se escuchaban a todo volumen en el Cetronik “fino fino como bambino” de mi tía Zena. (Hay que aclarar que el Pick Up estaba superado y éste tenía hasta para cassette o cinta).

Mi tía Carmen en la cocina mágica y mi abuela María pendiente de lo qué hacían “el de Rafa y los de Ara”.

Ese escenario sirvió para recibir visitas. Era una señora desconocida para ese entonces, y venía con su chama; Sonia y María José.

La fecha llegó, y las invitadas también; teníamos tía y prima nueva. En las imágenes fugaces de mi memoria aparecen: la piscina del Hotel Meliá Puerto La Cruz, un Atari de tarjetas, una niña que lloraba porque no quería tomarse el Tachipirín y unas cortinas verdes que oscurecían “el cuarto loco” que sirvió para jugar nuestra ya tradicional historia que nos convirtió en “las perras” (nuestros sobrenombres). Ver antiguas ediciones.

José vio desesperadamente un juguete con el cual fue feliz por unos días. La visita se acababa, y el de Rafa guardaba una protesta.

Queriendo pasar por educadito y niño bueno, se despidió bien peinadito de su prima y su tía. María José al cerrar la puerta del apartamento anunciaba el reclamo que se asomaba, interpretado por el inigualable “totoñito”.

Era un delfín de plástico, grisiento y con la boca medio abierta. Yo como simple espectador fui testigo de aquella rabieta que, ante los ojos del inocente Andrés, era un poco incomprensible.

“Yo quiero un Flipper”. La consigna era insoportable, pues estuvo acompañada de chubascos dispersos de lágrimas y truenos provenientes de la zona de interconvergencia nasal.

La cercanía de la casa de la abuela con el centro de la ciudad debía servir para algo. Mis tías salieron a todo motor peatonal a cumplir una meta un poco más difícil que las del Juego de la Oca: buscar un “Flipper”.

Nada se acercaba, y desde Maxy’s, pasando por Sarita, revisando cada punto comercial, la búsqueda parecía agotarse sin resultado concreto.

“Las moralitas” no podían llegar con las manos vacías, por lo que embolsado aparecieron un paquetito en las manos de aquel niño que se imagina nadando con Flipper, y llamándolo como lo hacían Buv y Sandy, hijos del capitán Key en la serie norteamericana sesentosa “Mi amigo Flipper”.

La sorpresa fue que al abrir, el chamín sólo vio un pescado amarillo, que después fue conocido como “el mugriento pescadito amarillo”.

Las lágrimas posteriores y la pataleta, no fueron diferentes a las que precedieron la petición de mi primo.

“Tienes que agradecer, papá.... Pero gordito, entiende que el flipper no lo encontramos… Te prometemos que los buscaremos bien…”. De nada sirvió la psicología con José Antonio, quien era visto con miedo por sus primos, motolitos de otrora.

Un popeye, un volteo, el tristón, Alf y otros cientos de juguetes pasaron, pero Flipper nunca llegó.

Hoy, en Navidad, espero que más allá del Flipper, “la Perra” consiga lo que desea al pie de un arbolito.

FELIZ NAVIDAD PERRAS…

"Es una bonita forma de recordar a quienes han cambiado"

domingo, 10 de mayo de 2009

LOS INVENCIBLES

Estoy convencido. Todas las mañanas hay una nueva razón para abrir los ojos, sacarse las lagañas, cepillarse los dientes, bañarse e ir tras la derrota de Chávez.

En estos últimos días decidí ser el Doctor X de Venezuela. Comenzaré una constelación de súperheroes. Y es que en menos de un mes, me informaron del nacimiento de cinco pequeños. Los llamaré, Los Invencibles.

El primero de la lista fue el hijo de mi hermano Marcos. A él le otorgaré el don de la paciencia. Pachencho, tendrá la dicha de escuchar y resolver exactamente lo que se requiere.

Carlos Andrés no se quedó atrás. Un nené llegó a su vida. A ese nuevo ser le regalaré el don de la verdad. Verdades, tendrá la posibilidad de responder los problemas de la vida, y planificar en torno a la realidad, cualquier propósito.

Omar también puso en este mundo a un pequeñín, a quien le daré en esta historia el don de la fuerza. Fortachón, podrá mover con la mente los obstáculos que se presentan, y dará agilidad a la física del mundo.

Mi prima Lourdes nos sorprendió con un muchachote. A él lo dotaré con la comunicación. Parlanchín, nos relatará en tiempo presente, lo que el futuro nos traerá. Sus palabras hablarán con exactitud, y dependerá de él, el destino de las situaciones.

Henrito, de sangre Astudillo, nos presentó otro varón. Por ser el último, le regalo el poder de la inteligencia. Genión, tendrá razón lógica de extrema prontitud, y conducirá el motor de la paciencia, la verdad, la fuerza y la comunicación. Pero dependerá de esos otros dones, para poder accionar.

Los Invencibles nos traerán la sociedad que queremos, y es a través de ellos, que conseguiremos la paz que siempre soñamos. Qué fino sería un presidente Invencible, un gabinete Invencible, un gobernador Invencible, un alcalde o concejal Invencible. Yo creo en ustedes, y en los que están y vienen en camino. No le digan a nadie, pero yo también tengo dones; creo y sueño. Pero me dicen el Enano.

Dios Bendiga a los Invencibles

miércoles, 8 de abril de 2009

Me dedico


Ayer te pensé diferente a otras noches. Eras tú, pero con otro rostro. ¿Qué tenías? Lloraste mucho, como cuando un pequeño es regañado por su mami.

No quiero que te sientas mal. Yo estoy aquí, y cuando me necesites, estaré para devolverte todo lo que me has dado.

Supe que te han golpeado, y a quienes siempre has ayudado sólo voltean a verse, tratando de pensar en ellos.

Recuerda que sigues siendo hermosa, como cuando te conocí. Aún escucho tu nombre y me estremezco; mi primer amor.

Quiero que te olvides de Simón y de otros que te mientan sólo para aprovecharse de ti. Mi mamá te manda saludos, y mi papá dice que también cuentes con él.

Extraño la risa de tu gente, la fe en el trabajo y en la vida, la bonanza de aquellos días que me vieron nacer. El luchar de tus hermanos y el orgullo de todos decir tu nombre.

Sonaré el cuatro para hallarnos. Bailaremos el joropo de la victoria, y cantaremos el Alma Llanera de la libertad. Gloria al Bravo Pueblo, que hoy despierta, y retumbaré con tambores el poder, y daré comida a tu hambriento ser.

Me despido por un momento, porque me llamas… patria. Porque anhelo tu encuentro feliz… Venezuela

domingo, 29 de marzo de 2009

Aaron y yo


Cuando creí que ya no podíamos hacer nada para llevar un perro a casa, a mi papá se le ocurrió la grandiosa idea de traer a un turrón negro, que al principio, mi mamá lo llamó: La Mancha Negra (no es contigo Yeraldyn).

Pero la manchita entró sorpresivamente, sin planificación y con un precedente un poco malo para nosotros, pero bueno para Almita. Mila, es la pequeña que ahora cuida Alma (bueno su papá y hermano). Es una perrita muy inquieta y era muy difícil de tranquilizarla. El día que estuvo en la casa nadie durmió y algunas pocas cosas se salvaron. Jajajajaja, exagero.

Estábamos decididos a que no éramos familia que un perro quisiera adoptar. Fichados, condenados y erradicados de los defensores de los animales, llega el corotico negro ese que llaman: Aaron Leonado Obama de Los Reyes Pérez Mi Sueñito. Cada quien le puso su nombre: Aaron (papá), Leonardo (yo), Obama (mamá), de Los Reyes (la perra José Morales), Pérez (Susana) y Mi Sueñito (Luis y Katherine).

Un nombre largo para tan pequeño personaje. El comienzo fue fácil. El chiquitín durmió sin coto, y comía tres veces al día. Tomaba agua lo suficiente, y lo mejor: hacía pipí y pupú sobre el periódico (Ya sé a dónde va a parar mi trabajo).

Los días fueron pasando y comenzaron algunas limitaciones porque no quería dormir solo, y mi papá abría su puerta para darle compañía. Luego le entró unas ganas inquietas de morder todo lo que estaba en el piso, obligándome a limpiar a cada rato para que no hubiese algún obejeto que no pudiera ingerir.

Así fue como fue pegando en mi papá y en mí: Aaron. Pero su conducta fue recrudeciendo. No hay un zapato o una chola que no se haya saboreado, y todavía no hemos encontrado un hueso que le compraron.

Lo mejor de todo es que ha tenido la desfachatez de que mi mamá (la popular maíta), lo ha consentido como le ha dado la gana. Tiene pelotas, pañales de tela, platicos y hasta una pijama de Garfield, más la humilde pechera y collar que yo le compré.

Angélica (chiripa de bomba El Carmen) me dijo que viera la película Marley yo, luego que le comentara que mi papá tenía que pararse a media noche a abrirle la puerta. Bueno, no me importó la propaganda del 20 pirata, y puse mi DVD pirata en mi cuarto, y con él de compañía. Se quedó dormido, y a los ladridos de Marley se despertaba.

Pero es cierto, Chiripa, los perros lo dan todo a quienes ven como grandes (eso en mí es difícil). Somos sus superhéroes; el Bart de Ayudante de Santa; la Esther de Billy; su Bugs Bunny; el dólar regulado o su aumento de sueldo.

Ya conoce el sonido de mis llaves, la voz de la mañana, el ruedo de mis pantalones y la pequeña caricia que le doy, a lo que él responde con toda su efusividad con un lamido, un ladrido y una mirada que me dice: ¿no vas a jugar más conmigo?

sábado, 7 de febrero de 2009

Hijo... Mamá...

Papá salió a tempranas horas, y tu hermano Daniel acaba de desayunar.
Me pidió la bendición y corriendo se fue a jugar.
¿Quieres que te diga algo, mi niño?
Me siento feliz de tenerte conmigo, pero sé que un día también te irás.
Sé que en mis brazos no estarás para siempre, pero feliz no miraré atrás.
Este febrero me toca votar, y en la casa no me voy quedar.
Por eso te pido un favor, pequeño mío, al que no te puedes negar.
Párate temprano conmigo, porque me vas a acompañar.
Guárdame el secreto ahora, que prometo que te voy a regalar,
Un país de democracia, paz y libertad.
Dios te bendiga mi príncipe, no te voy a defraudar….

Duérmete mi niño, que tengo que hacer…
Lavar los pañales y ponerme a coser…

Ojalá mami, me puedas escuchar,
Son tan bonitas tus palabras que me hiciste despertar.
Duerme tranquila, mamá, que yo te voy a acompañar,
Y cuando crezca grandote, también iré a votar.
Te prometo algo, mami, que yo voy a luchar
Por cuidar ese regalo que hoy me vas a entregar.
No le diré nada a Papi, por si se puede molestar.
No dejes de arrullarme, porque lo voy a extrañar,
Pero vale más crecer, que en tus brazos siempre estar.

Este niño quiere, que lo duermas tú…
Que le duerma su madre, que fue quien lo encargó…


PD: Esther Celina te cumplí...

Texto: ALAM
Foto: JAMS

jueves, 7 de agosto de 2008

EL VERDADERO PACTO PAPI Y MAMI


He visto con preocupación la divulgación de un supuesto pacto Papi y Mami. Lo han vinculado a personajes políticos del acontecer del estado Anzoátegui. Alegan que los dirigentes partidistas dan el apoyo a Mami , si acompañan a Papi.

Se equivocan. El pacto papi y mami ha existido desde siempre en Venezuela, y ha tenido como encubridores al "Niño Jesús" y al "Ratón Pérez".

Sí señores. Papá y mamá siempre han querido engañarnos, y para ello hicieron un pacto. Creen ustedes que debajo del arbolito o cerca de la cama aparecían los regalos por "obra y gracia" del Señor.

No era un niño empañalado que cargaba una bicicleta con un saco blanco, como yo me lo imaginé. No era un ratón, a quien yo aseguré ver muy parecido al de Energizer (casi una rata). Ahora ¿dónde están las cartas y los dientes que como inocentes entregamos a nuestros padres para que ellos sirvieran de interlocutores ante aquellas majestuosas creencias de escolares de camisa blanca?. Falsos ilusionistas de niños.

Porqué dignificar ahora el pacto papi y mami con los partidos políticos, si a quienes deberíamos criticar están envejecidos viéndonos crecer.

No sólo con los bucales de leche y el nacimiento del redentor estaban compaginados los progenitores, sino con aquella frase: pregúntale a tu papá; era parte de un ciclo maligno que ya tenía un final. Quienes queríamos ir al parque de diversiones o al Paseo Colón, veíamos truncados los planes al ver una negativa que parecía objetiva y desligada.

Ilusos que fuimos, pues la componenda estaba armada. Como si la decisión de mi papá iba a parar a mi mamá de la cama para llevarnos.

No quiero profundizar. Son muchas las cosas que ahora recuerdo, como los viajes sorpresivos al médico y el olvido de los dulces por parte de papi o mami.

Si bien la verdad persigue todo lo expuesto, hay algo que supera todo esto. Un abrazo amigo y un beso sincero de mami o papi, calmaba el desespero de una mala calificación, una caída, la soledad de los apagones, o lo peor de este mundo; CORTARSE EL PELO.